INMIGRACIÓN Y VALORES CONSTITUCIONALES
Los españoles se enfrentan en la actualidad al reto de convivir en un sistema democrático con personas de otras razas, etnias o culturas. Se trata de una convivencia en la que la posibilidad de conflicto no está excluida, dada la confluencia entre valores individuales y actitudes colectivas.
En los últimos tiempos se ha avivado el debate acerca del nivel de apertura y de tolerancia que las sociedades democráticas están dispuestas a mantener frente a una diversidad que viene de fuera.
Es acerca del equilibrio entre diversidad y tolerancia en los Estados democráticos sobre lo que Marc Carrillo expresa su opinión en este artículo.
Considera el autor que en el tratamiento de la acogida de población inmigrante la demagogia ha de ser excluida.
La tolerancia es un componente del valor constitucional del pluralismo que, como tal, ha de imperar en todos los ámbitos de una sociedad democrática. Aunque entiende Marc Carrillo que el grado de tolerancia que puede ofrecer una sociedad democrática respecto de comportamientos individuales y colectivos no puede ser ilimitado.
Continua el autor diciendo que el Estado no puede ejercer una especie de paternalismo que le conduzca a tolerar comportamientos individuales o colectivos que constituyan una violación de la dignidad y los derechos humanos esenciales.
El respeto a la diversidad no puede legitimar la configuración de un sistema jurídico y político alternativo a la democracia ni tampoco avalar un marco de valores que tenga por objeto la subordinación social del individuo.
Pero en opinión de Marc Carrillo la constitucionalización de los valores de libertad, pluralismo y dignidad obliga al sistema democrático a garantizar la diversidad multicultural que supone la acogida de población inmigrante y el sentido restrictivo de la reciente legislación de extranjería contrasta con estos valores constitucionales.