GANARSE LA LIBERTAD
Asistimos a un bronco debate político acerca de si debe mantenerse o no la prisión permanente revisable. Se habla de derechos y mandatos constitucionales, pero no se ha querido esperar a la resolución del Constitucional, temerosos, quizás, de que éste se decante por la constitucionalidad de dicha pena, a la vista del dictamen del Consejo de Estado, de la jurisprudencia del TEDH e incluso de la propia del TC. Además de que existe en casi todos los países de nuestro entorno. Es una pena muy dura ¡qué duda cabe! Pero no por ello inhumana, pues la humanidad del castigo no viene determinada por el hecho de que sea revisable y por el trato que reciba el condenado. Qué difícil resulta defender que esta pena es inhumana por razón del tiempo cuando en nuestro país es posible cumplir 40 años de prisión efectiva. Los que se oponen dicen que no es compatible con el mandato constitucional de orientar las penas hacia la reinserción. ¡Todo lo contrario! Pasamos al concepto de que la libertad hay que ganársela. No es imposible, pero ya no basta con que pase el tiempo; es necesaria una actitud proactiva del sujeto. Es necesario tener claro que esta pena debe ser algo excepcional aplicable sólo a delitos especialmente graves. Creo que, por desgracia, no podría aplicarse a los casos en que el detenido no diga dónde localizar el cuerpo de su víctima, porque esto sí iría en contra de la Constitución, que reconoce el derecho a no declarar contra sí mismo. Opino que debe mantenerse aunque deben revisarse los delitos para los que se aplica, los permisos de salida y el tercer grado.