La Razón 16.12.17
-¿Cree qué es tan difícil de entender lo que pasa en Cataluña como desentrañar el lenguaje jurídico?
-Entender Cataluña es ahora mismo muy complicado. Hace falta el lenguaje común, porque hay conceptos que se utilizan por el soberanismo catalán que no tienen la misma significación que se les otorga con carácter general en un Estado de Derecho. Libertad, derecho a decidir, Democracia... Hay que recuperar el lenguaje común: si no será imposible el diálogo.
-Como autor de “Cataluña y las demás Españas”, ¿qué base tiene la reclamación catalana?
-No tiene ningún fundamento en cuanto al derecho a decidir, tampoco ningún fundamento constitucional, ni del derecho internacional y tampoco histórico. Ni lo tiene ni lo podrá tener en el futuro.
-¿Nuestra norma está preparada para abordar su propia reforma?
-Nuestra norma fundamental tiene ya 40 años de vida, así que da tiempo a observar qué preceptos o regulaciones no funcionan. Hacer una reforma es muy complicado, porque hay fuerzas políticas que no quieren tocar la Constitución ya que no les parece el momento oportuno. También hay políticos que piensan que podría arreglarse la situación modificando leyes, pero no lo han estudiado bien. Hay que comprender que haya grupos que opinen que mejor no tocar nada, no vaya a ser que en vez de mejorar la situación se complique.
-¿Qué se debe reformar de la Constitución?
-Lo que no hay que hacer es montar una reforma para solucionar el problema de Cataluña. Creo que tienen razón los que defienden esto y dicen que no hay que darle a Cataluña por esta vía lo que pretenden adquirir por una vía revolucionaria. Lo que se debería acometer tiene que ver con una mejor organización del país en general.
-¿Los partidos podrán recabar el consenso necesario para acometer la reforma?
-Ya lo han hecho en otra época, y lo han logrado siendo fuerzas con ideologías diferentes. Debemos pensar que dialogando se pueden llegar a soluciones consensuadas. Ojo, esto es lo que uno piensa que podría ocurrir. Lo que realmente sucede es que los partidos están muy distanciados y cada uno juega según sus intereses. Por tanto, respuesta: ojalá se pongan de acuerdo.
-Constitución y Cataluña parecen dos líneas paralelas. ¿En qué marco podrían encontrarse opciones integradoras y no rupturistas?
-Para Puigdemont, Constitución y estatutos son conceptos que han pasado a la historia. Pero no puede haber manifestaciones menos fundamentadas que ésas. Un territorio siempre necesita una norma por la que regirse, y la Constitución es igualmente imprescindible, si se deja de hablar de ello se deja de hablar de Estado de Derecho. Cataluña tiene que integrarse en el sistema constitucional, fuera de él no existe la posibilitad de la organización pacifica de algunas opciones.
-¿Cómo debería emprenderse el diálogo dentro de la legalidad?
-Sentándose a hablar. Si no son capaces de conciliarse pues utilizando intermediarios como se ha hecho siempre, a través de árbitros de buena voluntad que concilien intereses. Al final las operaciones políticas deben llevarse a término desde las instituciones, por tanto el lugar del diálogo es el Congreso y el Senado, y el impulso primero debe darlo el Gobierno.
-¿No lo cree imposible? El Gobierno no se va a salir de la legalidad y Pugidemot no la acepta...
-El Gobierno no se puede salir de la legalidad. ¡Hasta ahí podíamos llegar! El Ejecutivo tiene que aplicar reformas si pueden facilitar el dialogo. Pero cambiar la Constitución para permitir un referéndum de independencia no es una reforma que se pueda hacer. La única vía posible es que los independentistas acepten la legalidad.
-¿Cree justificada la decisión del juez de encarcelar a los Jordis y a los ex consellers?
-A la Justicia española la acusamos de lenta, pero es seria. Muy poco corrupta, no adopta decisiones caprichosas. Sorprende que metan a gente en la cárcel sin juzgarla de modo cautelar, pero nadie se extraña cuando a quien se le priva de la libertad es un personaje menos conocido. En el caso catalán los delincuentes son políticos pero eso no les otorga especial inmunidad. -
-¿Por qué la reforma del modelo territorial puede ayudar a abordar la crisis catalana?
-Esto tiene una respuesta en la propia práctica. Durante 40 años Cataluña ha vivido muy tranquila y satisfecha, con un régimen de auto Gobierno que le ha otorgado un poder como el que no había tenido nunca. Incidir en ese auto gobierno, ver qué ocurre, porqué ahora les parece insuficiente y ver si hay algo más o algo menos que se pueda hacer, es esa la vía correcta.
-¿Un referéndum pactado y con garantías es la solución?
-No hay referéndum pactado posible que sea sobre la autodeterminación y la independencia, ni pactado, ni posible, (incide). No existe eso, ni puede existir en términos constitucionales.
-¿Qué lugar ha jugado el lenguaje en el conflicto soberanista?
-Si lo pregunta en el sentido de que si Cataluña tiene alguna razón para sentir que su lengua es despreciada no sería verdad. La política de la lengua allí la adopta la Generalitat con libertad. En el uso de la lengua no hay represión alguna.
-Su letra en el pleno de la RAE es la “r”...
-Sí, de reflexión
