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Dos segundos de primera; por Rafael Navarro-Valls, catedrático y vicepresidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España

29/07/2016
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El día 29 de julio de 2016, se ha publicado en el diario El Mundo, un artículo de Rafael Navarro-Valls, en el cual el autor opina que Cleveland y Filadelfia han dado a luz a dos “segundos de primera”.

DOS SEGUNDOS DE PRIMERA

Una Convención con candidato predeterminado es como una pistola de fogueo. Hace ruido, pero poco más. Cleveland y Filadelfia han sido como un desfile de modelos (más la demócrata que la republicana), y una ocasión excelente para tres días de gratuita sobreexposición mediática. La sorprendente encuesta de CNN (realizada tras la Convención Republicana), que puso el marcador 48% a 45% a favor de Donald Trump, es consecuencia directa de las inevitables subidas de popularidad tras una Convención.

Nada que ver, por ejemplo, con la Convención Republicana de 1976, en la que Reagan “ganó perdiendo” frente al presidente Gerald Ford, o la Convención Demócrata de 2008, en la que Hillary tuvo que claudicar frente a Obama. En ambas, los perdedores de entonces fueron los triunfadores de hoy.

Entiéndaseme bien, no quiero decir que no se hayan dado momentos brillantes en las convenciones recién terminadas: por ejemplo el discurso perfecto de Michelle Obama en Filadelfia o el del propio Trump en Cleveland. Lo que quiero decir es que sin batallas entre candidatos las convenciones se convierten en eventos cuya finalidad es proyectar una imagen de espectáculo televisivo, transmitido en horario prime time. Una especie de “Disneylandia para adultos”. Lo más interesante ha sido la confirmación formal de los vicepresidentes, nominados unos días antes por Trump y Clinton. Me refiero a Mike Pence (57 años, gobernador de Indiana) y Tim Kaine (58, senador por Virginia). Ambos abogados, familiarizados con la política de Washington.

Para Trump, estas dos características de su candidato a la Vicepresidencia son vitales. Pence no es simplemente un gobernador familiarizado con la política local. Es también un ex congresista con 10 años de antigüedad en la Cámara de Representantes, cercano al establishment republicano. Su seriedad de planteamientos y su honestidad pueden ayudar a un Trump que es considerado por algunos “un peligro para EEUU y para Europa”.

En el discurso ante la Convención, Pence desarmó a todos haciendo notar con sencillez que, ante la personalidad algo barroca y avasalladora de Trump, él es simplemente un hombre normal, “por eso tal vez me eligió: para equilibrar los colores del cuadro”. Conocido por su aversión a los conflictos, su serenidad imperturbable modera al explosivo Trump, incluida su tendencia a la injuria. Para Pence, por el contrario: “Una campaña debería demostrar la decencia humana básica del candidato”.

Su profunda religiosidad (“soy cristiano, conservador y republicano, por este orden”) dulcifica, ante los votantes del ala derecha, al Trump propietario de varios casinos, dos veces divorciado y reprendido hasta por el mismo Papa Francisco. Pence es un insider, es decir, un hombre del partido: ideal para contribuir a la unión de un Grand Old Party, fracturado por la rebeldía de Trump.

El ensayista Mike Moore acaba de escribir un brillante artículo exponiendo las cinco razones por las que Trump ocupará el Despacho Oval en enero de 2017. Según Moore “el problema es Hillary, no Trump”. Aun no estando de acuerdo con todas sus afirmaciones, a la hora de abrir su armario de esqueletos, uno no sabe por donde empezar: su negligencia en lanzar a la red miles de e-mails a través de ordenadores privados, los trapicheos de su fundación, la penosa gestión del ataque libio sobre la embajada y la central de la CIA en Bengasi, el escándalo del Whitewater, etc.

El vicepresidente demócrata, Kaine, viene a poner paz en la tormenta. Es un constructor de puentes con las diversas sensibilidades del Partido Demócrata, incluida aquella que apoya a Bernie Sanders. Su condición de católico moderado le acerca a los conservadores, al no ser un apasionado de los llamados derechos reproductivos, tan próximos a la candidata. Buen conocedor de la política local (antiguo alcalde de Richmond), de los vericuetos del Capitolio (senador por Virginia), Kaine es “un senador discreto, pero impresionante” (Larry Sabato). Dejará las multitudes para Hillary y él se centrará en una política de consenso, probablemente tan eficaz como la política ruidosa. Su discurso de aceptación de la Vicepresidencia encantó a los hispanos: pasaba del inglés al español con naturalidad, demostrando que su año en las misiones de Honduras fue solidaria y filológicamente fructífero.

Ambos, todo hay que decirlo, son algo “aburridos”. Pero esa moderación de carácter equilibra las tendencias algo excesivas de sus compañeros en el ticket electoral. Me atrevo a decir que Cleveland y Filadelfia han dado a luz a dos “segundos de primera”.

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