REGIONALISMO VS. NACIONALISMO (Y III)
La región no es una construcción de la imaginación ideológica, es una realidad dada. Una colectividad natural existente en un espacio definido por una o más peculiaridades: geográfica, histórica, económica, lingüística y cultural; dentro de una unidad común más amplia llamada nación, a la que corresponde la soberanía. España es una nación cuya identidad se ha ido conformando desde un origen común: <<Hispania romana y visigoda>>. Rota con la invasión árabe, y vuelta a unir con la reconquista durante ocho siglos. Por eso es indudable que es una realidad plural, en donde existen estas entidades regionales, que no empecen la unidad. Reconocer su existencia y dotarles de autogobierno constituyéndolas en comunidades autónomas no es difícil. La cuestión es darle un sentido político integrador, a lo que los nacionalistas se empeñan en que sea separador: el <<hecho diferencial>>. Ante esto, la actitud intelectual de Fraga exigía un análisis profundo, alternativo a lo que los nacionalistas consideraban fundamento de pequeñas naciones.
Se trataba de encontrar una delimitación conceptual de lo peculiar, lo diferencial; esa realidad fundante de la región que no fuera equiparable a la idea de nación. Él explica cómo por casualidad se topó con el concepto de <<autoidentificación>>. Surge de su actitud reformista y conservadora, pensando en las reformas que había que introducir en la autonomía gallega bajo el principio: <<reformar para conservar y conservar para reformar>>. En 1993, poco después de comenzar su mandato, se cuestiona: ¿Qué tenemos que conservar? y se contesta dejándose llevar de la prosa de Valle Inclán, de la de Pardo Bazán y de la poesía de Rosalía de Castro, como aprendió de su maestro en la Universidad de Santiago, Gonzalo Torrente Ballester. Para definir lo que siempre tuvo presente: el ser; en este caso, el ser de Galicia: <<Tenemos que conservar todo aquello que constituye la autoidentificación de Galicia, todo lo que procede de sus raíces. Es decir: aquellas connotaciones esenciales y existenciales del país gallego sin las cuales sería otra cosa. El ser de Galicia con toda la belleza acumulada de su tradición cultural, ese misterio que ella cela y enseña a su vez: está en primer lugar en el credo de los misterios cristianos. La Galicia cristiana de Santiago apóstol y de Padrón y de todos sus santuarios y devociones, ésta es la raíz vital de Galicia como decía García Martí. Y luego está en todo lo demás>>. El ser de Galicia anida en su naturaleza, y en lo singular de su cultura: <<los bosques animados, las viejas fragas, en montes tapizados de brezo violeta y de ahulada florida de gualda. En ríos flanqueados por breñales esmeraldinos y de abedules que emergen como fantasmas delgados entre la niebla, en corredores hendidos en la roca por la rueda del carro y flanqueados de retamales. En costas batidas día y noche por el mar, entre fuertes mareas y nieblas cerradas>>. En su romántica y bucólica descripción, continúa afirmando que el misterio alienta en el ser de Galicia: <<población dispersa dentro y fuera de su territorio. Pueblo de varias mezclas por donde pasaron íberos, celtas, semitas, latinos y germanos. Gente movida de una especial vocación misionera, marinera, pescadora, cazadora, emigrante y trotamundos. Humanidad de mirada profunda, abisal en los dulces ojos de la mujer gallega. Espíritu ensoñador e imaginativo mecido en la vaga sensación de la soledad y estremecido en la infinita llamada de la nostalgia>>. No ceja en su descripción identitaria, y continúa con la lengua: <<Cultura con lengua propia. Lengua de matriz latina pero engalanada con palabras traídas del portugués, del francés, y del italiano, así como del alemán y del inglés, y con expresiones acarreadas del fenicio y del hebreo, y también de los dialectos amerindios y afrocubanos, que también traen palabras los emigrantes>>. Con su exuberante discurso no rechaza el tópico y la realidad qué otros recelan de Galicia: <<Cultura de discurso deliberadamente ambiguo, pero incitante de dubitaciones y muy exigente de interpretaciones>>.
La cuestión lingüística se ha lanzado en alguna ocasión como arma arrojadiza contra Fraga, acusándole injustamente de imitar a los nacionalistas. Fraga siempre dijo que era partidario del bilingüismo: <<Un bilingüismo enriquecedor; en la existencia del gallego y el castellano en un plano de libertad y de igualdad, en un respeto por la realidad, apoyando y dignificando la lengua gallega, pero sin imposiciones, con la normalidad con que se expresa nuestro pueblo>>. No obstante, la tentación de la <<inmersión lingüística>> nacionalista se ha contagiado en alguna ocasión a Galicia y a otras regiones, con detrimento del <<bilingüismo amable>> y libre que debe existir en todo el país. Como exige la Carta Europea de las Lenguas Regionales y Minoritarias (CELRAM), suscrito por España en 2001. De acuerdo con ella, la libertad de elección de lengua es el primer principio que debe respetarse; pues, el tratado fue concebido para proteger las lenguas regionales, no para perjudicar la lengua mayoritaria de la Nación.