ACOSO JUDICIAL
Javier Gómez de Liaño considera que el número de supuestos de acosados y acosadores judiciales se ha elevado últimamente, siendo perjudicada la independencia judicial.
Sin embargo, el autor entiende que la crítica es algo esencial y que en ocasiones los jueces merecen algún reproche, no defiende en este artículo pues que los jueces deban ser más respetados que el resto de las personas por su condición de juez, pero alega que el insulto al juez crea tensión y malestar.
En España, no ha habido juez de instrucción o tribunal que abordando asuntos de corrupción o crímenes de Estado se haya visto libre de críticas.
Afirma el autor que las criticas que se hicieron al magistrado Marino Barbero, el juez del Tribunal Supremo encargado de la instrucción del caso Filesa, constituyeron un ataque a la independencia judicial que ha dejado secuelas irreversibles.
Igualmente, considera que han sido duras las críticas realizadas a la juez de vigilancia penitenciaria de Bilbao Ruth Alonso, hasta el punto que esta juez declaró ante los medios de comunicación que se sentía acosada.
Pero en este aspecto cree el autor que el buen juez debe saber que el silencio es el mejor remedio para quienes se sienten agredidos.
Finaliza Javier Gómez de Liaño afirmando que suponer que todos los jueces tienen derecho a ser respetados por igual es una falta de ingenuidad, ya que, en su opinión, para los “enemigos de la Justicia” defender ésta es una debilidad de aficionados.