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Tras la gran recesión: ¿la gran fragmentación?. (RI §422513)  


In the aftermath of the great recession: the great fragmentation? - Francisco Fonseca Morillo

TRAS LA GRAN RECESIÓN: ¿LA GRAN FRAGMENTACIÓN?

Por

FRANCISCO FONSECA MORILLO(1)

Director de la Representación de la Comisión Europea en España

Profesor titular (servicios especiales) de Derecho Internacional Público

Universidad de Valladolid

[email protected]

Revista General de Derecho Europeo 51 (2020)

Con estas palabras ante la prensa resumía el Comisario de Economía Paolo Gentiloni el 20 de mayo de 2020, al presentar el paquete de primavera del semestre europeo, que la solución a la crisis del COVID-19 exige una respuesta radical, rápida y eficiente de la Unión Europea (en adelante UE), porque no podemos permitirnos ni la morosidad ni el planteamiento de bloques frente a las soluciones que hay que dar ante la sociedad y los ciudadanos europeos(2). La joven e incompleta Unión Económica y Monetaria (en adelante UEM) no puede permitirse dos crisis de esta magnitud en apenas 10 años a riesgo de emprender una deriva a la fragmentación.

Si repasamos la historia de la UE en los últimos 15 años, podríamos definirla como la época de las crisis sistémicas encadenadas y frente a las que la UE ha tenido una actitud reactiva que ha servido para encontrar soluciones al problema, pero sin atajar la verdadera causa de la crisis.

Este periodo de crisis comenzó en el año 2005 con el rechazo en referéndum en Francia (el 29 de mayo) y en Países Bajos (el 1 de junio) del Tratado por el que se establecía una Constitución para Europa firmado el 29 de octubre de 2004 en Roma y con el que se pretendía retomar lo que en 1954 se hizo imposible con el rechazo al Tratado sobre la Comunidad Europea de Defensa también por el Parlamento Francés, esto es, un paso decisivo hacia la integración política europea justo en el momento de la gran ampliación hacia los países de Europa Central y Oriental.

Frente a las encuestas de opinión que daban por descontado un resultado favorable y el apoyo de las grandes fuerzas políticas y actores socio-económicos, este rechazo del pueblo francés y holandés nos colocó delante del espejo de una crisis de naturaleza constitucional en la que la integración siguiendo el método del “despotismo ilustrado” no consiguió convencer a una mayoría de ciudadanos en sus países, quienes expresaron su temor a la pérdida de soberanía y dilución de su identidad nacional, así como a la inmigración (focalizada en su rechazo a la adhesión de Turquía), frente a los argumentos abstractos y racionales que indicaban que, al contrario, esa integración era necesaria para garantizar el progreso económico, social y político y la influencia de los Estados de la UE en un mundo global.

Si a esta crisis sobre el modelo de construcción constitucional de la UE se le encontró un remedio siguiendo el viejo método funcional de la construcción europea, esto es reconvertir el Tratado constitucional en un nuevo Tratado, el de Lisboa, firmado el 13 de diciembre de 2007 y en el que se recogió lo fundamental del Tratado Constitucional pero de manera más acorde con la “ultima ratio” intergubernamental(3), apenas entrado en vigor dicho Tratado, el 1 de diciembre de 2009, la UE se sumergió en la gran crisis financiera que supuso la mayor recesión en Europa desde la Segunda Guerra Mundial y trajo como respuesta una brutal contracción de la economía y unos planes de estabilidad financiera que nos mostraron que la UEM no disponía de mecanismos anti-cíclicos en materia fiscal y presupuestaria, obligando a imponer un panorama general de recortes para poder recibir ayuda en forma de planes de rescate conformes con los Tratados; y eso después de una reforma de los mismos por el procedimiento simplificado previsto en el artículo 48.6 del Tratado de la Unión Europea (en adelante TUE), modificando el artículo 136 (nuevo 136.3) del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (en adelante TFUE), en el que se estipula que los Estados del Eurogrupo podían establecer un mecanismo de estabilidad para salvaguardar la zona euro en su conjunto, estando dicho mecanismo “sujeto a estricta condicionalidad”(4), mecanismo conocido en Español por sus siglas MEDE y creado por el Tratado intergubernamental firmado por los 19 Estados de la zona euro el 2 de febrero de 2012 en Bruselas(5).

De nuevo la UE reaccionó a esta crisis utilizando la técnica de “salvar los muebles in extremis” y gracias a la acción decidida del Banco Central Europeo a partir del famoso discurso de Mario Draghi “whatever it takes”, de 26 de julio de 2012, ante el Global Investment Conference en Londres(6) culminada con su operación de Quantitative Easing a partir de marzo de 2015(7), pero sin una auténtica estrategia a medio plazo y sin que la imagen de solidaridad intraeuropea haya calado entre la ciudadanía y con diferencias notables entre los Estados sobre dicha estrategia, y ello a pesar de que los pasos a dar están conceptualmente muy claramente establecidos desde el Informe de marzo 2015 conocido como el Informe de los Cinco Presidentes(8).

El camino para salir de la Recesión puso de manifiesto no sólo el instrumental técnico incompleto del que disponía la UE, sino que también hizo aflorar una tendencia mucho más peligrosa hacia la fragmentación basada en el cuestionamiento de los principios de solidaridad y de cooperación leal (artículos 2 y 4.3 del TUE), inmanentes al propio proceso de construcción europea.

Y su manifestación más evidente fue la acaecida con motivo de la crisis de refugiados procedentes fundamentalmente del Medio Oriente en el año 2015. No procede aquí entrar en un análisis pormenorizado de la misma, pero es evidente que la percepción que la UE ha dado de esta crisis es que no existía una voluntad política común de responder a las llegadas masivas con un verdadero mecanismo jurídico y político europeo que llenara de contenido el principio del artículo 80 del TFUE, donde se establece que las políticas sobre controles en las fronteras, asilo e inmigración y su ejecución “…se regirán por el principio de solidaridad y de reparto equitativo de la responsabilidad entre los Estados miembros, también en el aspecto financiero”.

¿Cómo explicar si no que las Decisiones adoptadas por el Consejo en materia de reubicación en 2015(9) no llegaran a ejecutarse ante la falta de voluntad de los Estados de cumplir con las cuotas de acogida que ellos mismos habían decidido, y concentrarse en una visión reactiva más que de estrategia a medio plazo consistente en adoptar medidas fundamentalmente financieras en beneficio de los Estados miembros afectados por “…una situación de emergencia caracterizada por la afluencia repentina de nacionales de terceros países” (artículo 78.3 del TFUE), extrapolada al ámbito exterior además con el acuerdo firmado con Turquía en marzo de 2016?(10)

De nuevo la reacción de la UE ha sido la de resolver el problema con las armas disponibles para solucionar la crisis mayor y estructural para la que no estábamos preparados, incluyendo la instauración de un sistema integrado de gestión de fronteras exteriores con el establecimiento de un cuerpo europeo de guardias de fronteras y de costas(11), ciertamente importante, pero que no cubre más que una parte de la estrategia necesaria en Europa para afrontar los flujos migratorios convertidos en fenómeno estructural, e incluyendo la dimensión exterior de gestión de dichos flujos, que no solamente puede conseguirse con un control férreo de nuestras fronteras exteriores, sino que necesita también entrar en la cuestión de la migración legal y de acuerdos de asociación equilibrados con los principales países de origen y tránsito de inmigración.

En cualquier caso, el resultado, hay que reconocerlo, ha contribuido a fortalecer la imagen que el interés nacional puede prevalecer sobre el interés común y favorecido la emergencia de partidos euroescépticos que hacen bandera de la vuelta al Estado nación como mejor manera de proteger los intereses de sus ciudadanos y sus fronteras frente a una Europa de burócratas que carecen de legitimidad democrática.

Y esta demostración de la “recuperación de la soberanía nacional frente a la “imposición de Bruselas” ha encontrado su paradigma con la decisión del pueblo británico tras el Referéndum celebrado el 23 de junio de 2016 de retirarse de la UE apoyando el lema “takes the control back”, de acuerdo con el procedimiento previsto en el artículo 50 del TUE. El Brexit, del cual nos encontramos ahora en el período de transición previsto en el Acuerdo de Retirada entrado en vigor el 1 de febrero de 2020(12), y durante el cual estamos negociando el futuro acuerdo bilateral de relaciones entre la Unión Europa y el Reino Unido que debiera entrar en vigor el 1 de enero de 2021, salvo petición de prolongación del período de negociaciones que, a día de hoy, parece improbable a la vista de la posición formal del Gobierno Británico defendida ante su Parlamento de manera reiterada desde febrero de este año.

Sin entrar en un análisis de las consecuencias jurídicas, políticas, sociales y económicas del Brexit, suficientemente analizadas a nivel doctrinal(13), este “tsunami” presenta unas características diferentes de las anteriores crisis, y aquí quisiera recalcar que la Unión Europea ha presentado desde que el Reino Unido mandó la notificación formal exigida por el artículo 50.2 para abrir las negociaciones, el 29 de marzo de 2017, hasta este momento, un frente unido y una posición común de negociación dirigida por la Comisión Europea y con Michel Barnier como jefe negociador en nombre de toda la UE. Dentro de la dimensión negativa que tiene el Brexit, la UE ha reaccionado de manera proactiva y con una estrategia a medio plazo y de los grandes principios a mantener que no ha sido contestada, ni a nivel de las Instituciones europeas, ni de los Estados miembros. Además, el propio proceso del Brexit ha demostrado que las recetas simples a situaciones complejas funcionan bien como eslogan, pero luego su implementación en la práctica se convierte en un ejercicio de suma negativa y en el que hay que adaptarse a la realidad, provocando además una polarización en la sociedad y una frustración sobre las consecuencias reales que sólo favorecen a los sectores más radicales de la sociedad.

Ahora bien, creo que el Brexit supone no sólo un reto existencial para la UE, sino que nos coloca ante el espejo de que la UE tiene que tomar claramente una decisión política y defenderla ante nuestros ciudadanos sobre el modelo de integración política que queremos; haciendo frente así a los populismos y poderosos grupos de presión cuya victoria sería la debilitación de la UE, porque la única manera de evitar la paralización de la UE, la única solución racional para seguir manteniendo nuestro nivel de progreso, estabilidad y paz en este mundo global en el que somos vistos como un competidor real de las grandes potencias y zonas económicas del mundo, es dotar a la UE con los medios y la ambición para responder conjuntamente. En este sentido, basta con echar un vistazo al cuadro del anexo I de este trabajo “Europa en la actualidad”(14), para darse cuenta que los niveles de “geometría variable” de la integración en Europa, incluyendo dentro de los propios Estados de la UE, no hacen sino facilitar el alejamiento de la opinión pública y dificultar nuestro funcionamiento en común. Y esto no es nuevo, Jacques Delors lo describió magistralmente hace veinticinco años, poniéndonos a los europeos delante de la alternativa “el declive o la supervivencia”(15); en el mundo actual de la interconexión y la inmediatez los Estados de la UE no tienen fuerza suficiente para competir a escala global.

Ahora bien, no basta con el debate racional entre élites, hay que ganar también el combate de convencer a los ciudadanos. Tenemos claramente como prioridad estratégica de la UE lanzar la pregunta ¿qué Europa queremos?, ¿cómo configuramos nuestro destino?, ¿cuál es el escenario que puede concitar un acuerdo entre Estados y de nuestros ciudadanos?

Este es el debate de fondo que aparece claramente expresado en los diferentes escenarios que se le ofrecen a la UE y su repercusión sobre nuestras políticas lanzados en el Libro Blanco sobre el Futuro de Europa de 2017(16) recogidos en el Anexo II de este trabajo y que han servido de preparación para que la actual Comisión se haya definido como “geopolítica”, en palabras de su Presidenta Ursula Von der Leyen, y haya articulado su programa de trabajo quinquenal en torno a 6 grandes prioridades temáticas, conectadas entre sí y complementarias, que tienen como objetivo consolidar y fortalecer el proyecto de la Unión Europea a nivel político, económico y social, tanto dentro como fuera de sus fronteras. Para ello, la idea es concentrar la acción de la UE en aquellos desafíos en los que la respuesta sólo puede ser global y donde la sociedad europea se beneficie del efecto de economía de escala, “reforzando los vínculos entre personas, naciones e instituciones” y con una clara vocación política de hacer de la escucha a nuestros ciudadanos un elemento central para la impulsión de la democracia europea(17).

Y en sus primeros 100 días esta Comisión ha presentado públicamente sus principales propuestas estratégicas en esas seis grandes áreas para hacer de la UE un actor global político en la defensa de nuestros valores e intereses tanto a nivel interno como externo.

1. El pistoletazo de salida tuvo lugar apenas diez días después del nombramiento oficial de la Comisión Europea, con la presentación del Pacto Verde Europeo durante la Cumbre Climática COPS 25 celebrada en Madrid en diciembre de 2020(18). Una ambiciosa estrategia de crecimiento sostenible que pone a Europa en la vanguardia en temas medioambientales, con el objetivo de alcanzar la neutralidad climática de aquí a 2050. El Pacto Verde se ha materializado ya en una propuesta de “Ley del Clima” a nivel europeo, un plan de acción para promover la economía circular y las recientes estrategias “de la granja a la mesa” y de biodiversidad para mejorar la sostenibilidad del sistema de producción y distribución de alimentos. La filosofía y las acciones previstas en el Pacto Verde cobran especial relevancia en la era post-covid. Ahora más que nunca –y en esto existe consenso entre la comunidad científica y un gran número de países europeos- la recuperación pasa por un enfoque sostenible que ayude a generar nuevos empleos “verdes” en sectores que aseguren la salud de nuestros ciudadanos.

2. Igualmente, las tecnologías digitales repercutirán de manera muy significativa tanto en nuestra economía como en nuestro estilo de vida en el nuevo contexto en el que nos encontramos. La Comisión Europea presentó en febrero su estrategia sobre inteligencia artificial y “big data” que pretende poner en valor las aplicaciones tecnológicas europeas en el mercado global y que seguirán marcando la hoja de ruta para el desarrollo tecnológico en Europa tanto en el área de salud como en sectores clave para la economía como el turismo, transporte o la energía(19). El objetivo es que la UE no pierda el tren de la economía digital y que tengamos una apuesta decisiva por ser líderes determinantes en estas áreas, haciendo valer el gran capital que supone nuestro modelo europeo de protección de datos dentro de la economía global y asegurándonos que en este mundo la dimensión ética se incorpora desde el principio.

3. En el plano económico, la crisis ha confirmado la imperiosa necesidad de profundizar la UEM, otro de los grandes pilares de las orientaciones políticas de la Presidenta Von der Leyen, para hacer frente de manera eficaz a los retos de un hasta ahora impensable calado que se nos han presentado. El eje central es el de poner el acento en una economía que funcione en pro de las personas, otorgando rango de prioridad no sólo a las propuestas de profundización de la UEM en la línea ya expresada en el informe de los cinco presidentes de 2015 y en el Libro Blanco sobre el Futuro de Europa de 2017 ya citados(20), sino incorporar el Pilar Europeo de Derechos Sociales proclamado en la Cumbre Social de Gotemburgo en noviembre 2017(21). Elementos claves de este reenfoque en los primeros 1000 días han sido las propuestas para establecer un marco común europeo garantizando un salario mínimo justo(22); la Comunicación sobre la nueva gobernanza económica europea(23) y el lanzamiento de una nueva estrategia industrial para Europa que garantice nuestra autonomía estratégica(24).

4. Bajo el título “la promoción de nuestro estilo de vida europeo”, la Comisión se ha propuesto colocar la defensa de los valores europeos de igualdad, estado de derecho, justicia social y derechos fundamentales que han caracterizado a la Unión Europea desde sus origines y que están plasmados en el artículo 2 del TUE en el centro de su acción en tanto guardiana de los Tratados, siendo prueba de ello su decidida acción frente a los ataques a la independencia del poder judicial en Polonia y Hungría continuando así la línea emprendida desde 2014 y su intención de hacer aprobar un nuevo mandato de negociación para poder recomenzar las negociaciones de adhesión al Convenio Europeo de Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales. Y en materia de inmigración, a pesar del impacto del COVID-19 y del consecuente cierre de las fronteras fuera y dentro de la UE, que ha llevado a la Comisión a redoblar sus esfuerzos para asegurar que todas las solicitudes de asilo, reubicaciones y devoluciones en curso se pudieran llevar a cabo en condiciones de máxima seguridad y respeto de los derechos fundamentales y que las comunidades de emigrantes dispusieran de toda la información necesaria para hacer frente a la crisis, en estrecha colaboración con las autoridades locales y la sociedad civil, la pandemia no ha detenido a la Comisión en su intención de presentar un nuevo Pacto sobre Migración y Asilo, previsto para el mes de junio. En este Pacto se abordarán todas las dimensiones de este fenómeno, desde el control de nuestras fronteras a las condiciones de entrada en el espacio europeo; de la defensa de las reglas en materia de protección internacional, al enfoque de la migración legal. Englobando por supuesto la dimensión interna y la externa y con un nuevo equilibrio en el reparto de la carga entre Estados basada en el principio de solidaridad y de cooperación leal.

5. Fuera de nuestras fronteras, la aspiración de la UE es la de consolidarnos como un actor geopolítico y estratégico mundial de peso, reduciendo nuestra dependencia económica e industrial de otros países –piénsese en el contexto del COVID-19 en todo lo que se refiere a la producción de medicamentos- sin por ello renunciar a reforzar su marca única de liderazgo mundial responsable. En el ámbito político, la UE se perfila claramente como el defensor del multilateralismo y el comercio libre y justo frente a las tendencias al proteccionismo como nuestra “marca de fábrica” estratégica. Al tiempo, en la necesidad de defender nuestros valores e intereses la UE dos estrategias emergen claramente. Por un lado, la necesidad de un enfoque integrado y general de nuestra seguridad en la que se combine nuestro anclaje en la OTAN con la necesidad de avanzar en una Unión Europea de Defensa, comenzando por la dimensión industrial a nivel europeo(25) y, en segundo lugar, conseguir un marco de asociación con África que abarque desde la lucha contra el cambio climático a un nuevo marco comercial y un Plan de Desarrollo e Inversiones integral para África, junto con un nuevo marco para gestionar conjuntamente los flujos migratorios(26), y ha avanzado en el objetivo de lograr una Unión Europea de Defensa a través de fondos para sus países miembros.

6. El último pilar, en el que se sustentan todos los demás -y sin el cual el proyecto europeo simplemente no existiría- es el de la democracia. El coronavirus ha puesto una presión sin precedentes sobre los sistemas democráticos de todos los países, abriendo nuevas grietas de confianza entre ciudadanos y gobiernos, exacerbando procesos de desinformación diseñados para deslegitimar la democracia europea. De ahí que la Comisión haya continuado su defensa del estado de derecho, incluyendo una vigilancia estrecha de los estados de alarma en los países de la Unión Europea. La historia demuestra que cualquier respuesta a la crisis –tanto a nivel nacional como europeo- que no esté basada en principios democráticos sólidos está condenada al fracaso, al conflicto, a la fragmentación. La Comisión va seguir dando prioridad a relanzar la democracia europea apoyando el refuerzo de las competencias del Parlamento Europeo como representante de la legitimidad popular europea y publicará su plan de acción a finales de este año. Sigue igualmente adelante la ambición de dar voz a los ciudadanos europeos para definir cómo debe ser la Europa del futuro a través de la Conferencia sobre el Futuro de Europa –un proceso de consulta ciudadana que se llevará a cabo junto con el Parlamento Europeo y el Consejo en los próximos dos años y que comenzaremos antes de final de año en cuanto hayamos superado la fase más crítica de la pandemia del coronavirus(27).

La cuestión clave para concluir estas reflexiones es analizar cómo la pandemia del COVID-19 ha afectado o puede afectar a estas prioridades.

Es evidente que la irrupción del coronavirus a nivel mundial ha cambiado completamente las prioridades de los gobernantes, de los actores socio-económicos y de la ciudadanía en general y ha hecho que todos nos hayamos concentrado en cómo podemos contribuir a frenar la expansión del virus y a la pronta recuperación de la actividad económica. Ahora bien, esto no es contradictorio con las grandes prioridades estratégicas de la Comisión, al contrario, las confirma, como se puede ver en la respuesta europea a la crisis del COVID-19.

¿Cómo ha sido esta respuesta? Creo que más allá de un primer momento en el que se intentaron encontrar soluciones nacionales y se ofreció una cierta imagen de confusión, se puede afirmar que la UE ha tomado medidas rápidas y contundentes más allá del escaso margen de acción que el artículo 168 del TFUE nos atribuye, esto es, fomentar la cooperación de los Estados en defensa de la salud pública. Y ello ha sido así porque utilizando la capacidad de coordinación general la UE ha sido capaz en primer lugar de reasignar líneas y fondos presupuestarios para financiar la investigación a nivel europeo en la búsqueda de tratamientos y vacunas eficaces, así como para su futuro desarrollo comercial. Asimismo, hemos desarrollado una serie de directrices para coordinar las restricciones en las fronteras interiores y exteriores preservando al máximo las exigencias del mercado interior y, en fin, hemos organizado licitaciones conjuntas con los Estados que así lo han deseado para proveer a pacientes y personal sanitario de los equipamientos necesarios.

En segundo lugar, conscientes de las necesidades nacionales de embarcarse en gigantescos programas de subvenciones públicas para mantener lo más incólume posible el tejido socio-económico, hemos establecido un marco temporal en materia de ayudas de Estados y hemos activado la cláusula de salvaguardia del Pacto de Estabilidad y Crecimiento para que las condiciones de déficit y deuda pública agravadas por estos programas nacionales sean aceptadas en el marco de las reglas de la UE. Aparte, el BCE ha aumentado su línea de garantía de liquidez para compra de deuda hasta un importe de 750.000 millones de €.

Y, además, la Comisión, conjuntamente con el Eurogrupo y el BEI, hemos acordado un paquete de 540.000 millones de € aprobado por el Consejo Europeo en su reunión del 23 de abril de 2020(28) que permita a los Estados que lo necesiten acudir al MEDE sin las cláusulas de condicionalidad habituales; a las PYMEs acudir a financiación bonificada del BEI; y, a cargo del presupuesto de la UE, se ha creado el programa SURE para ayudar en concesión de subvenciones en materia de desempleo temporal a las que muchas empresas se han visto abocadas.

Y finalmente y porque, como se decía al principio de este trabajo, hay que evitar la gran fragmentación, la Comisión está trabajando en un ambicioso plan de recuperación para Europa que, como en anteriores crisis históricas, nos permitirá salir adelante gracias a un enfoque coordinado y solidario de los Estados Miembros. No hay otra vía. Este Plan de recuperación, tal y como la Presidenta Von der Leyen lo anunció ante el Parlamento Europeo el 13 de mayo último(29), contendrá una ambiciosa modificación de la propuesta del Marco Financiero Plurianual 2021-2027 que permita crear un instrumento específico para inversión, innovación, cohesión y convergencia, focalizado en las grandes necesidades de financiación para los sectores afectados por el COVID-19 y en coherencia con las grandes prioridades de la Comisión, principalmente relativas a las transiciones verde y digital. Este instrumento, que acompañaría a los fondos presupuestarios clásicos de la UE, sería de naturaleza temporal y se nutriría de la capacidad otorgada a la Comisión de endeudarse acudiendo a los mercados de capitales en base al principio de la suficiencia de medios del artículo 311 del TFUE. Este gran paquete debería aprobarse en principio a finales de mayo o principios de junio, pero el debate está lanzado y la reciente propuesta franco-alemana del 18 de mayo parece dar lugar al optimismo(30)

En cualquier caso, me parece que en el momento crucial que estamos atravesando tenemos que conseguir forjar una voluntad política hacia una mayor integración si queremos que la opinión pública europea renueve su adhesión a un proyecto que debe ser solidario y responsable, basado en un sano ejercicio de “expertise” técnica, pero que necesita alto y claro defender lo racional de nuestro proceso de integración dentro de una sana autocrítica, dentro de una clara comprensión de lo que los ciudadanos quieren de Europa, pero sin complejos frente a las críticas basadas en las medias verdades y la distorsión, o incluso las falsedades.

Concluyendo con una nota personal militante, me permitirán que como el replicante Roy Batty al que encarnaba Rutger Hauer en Blade Runner me niegue a desaparecer sin dar mi batalla en defensa del proyecto europeo que es fundamental para el futuro de los europeos porque no quiero “que todos esos momentos se pierdan en el tiempo como lágrimas en la lluvia”, ya que: “Es toda una experiencia vivir con miedo, ¿verdad? Eso es lo que significa ser esclavo. Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá del hombro de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser”.

Madrid, mayo de 2020

ANEXO 1

ANEXO 2

NOTAS:

(1). Las opiniones expresadas en este artículo representan el punto de vista de su autor y no comprometen a la institución para la que trabaja.

(2). https://audiovisual.ec.europa.eu/en/video/I-191448.

(3). PIRIS, J. C., The Lisbon Treaty : a legal and political anlysis, Cambridge, 2012.

(4). Decisión del Consejo Europeo (2011/199) de 25 de marzo de 2011 (DOUE L 91 del 6.4.2011, p. 1).

(5). Versión española en el BOE nº 239 del 4.10.2012, p. 70375.

(6). Within our mandate, the ECB is ready to do whatever it takes to preserve the euro. And believe me, it will be enough. https://www.ecb.europa.eu/press/key/date/2012/html/sp120726.en.html.

(7). https://www.ecb.europa.eu/explainers/show-me/html/app_infographic.en.html.

(8). Completing Europe’s Economic and Monetary Union. Report by Jean-Claude JUNCKER in close cooperation with Donal TUSK, Jeroen DIJSSELBLOEM, Mario DRAGHI and Martin SCHULZ, de 22 de junio de 2015. https://ec.europa.eu/commission/publications/five-presidents-report-completing-europes-economic-and-monetary-union_en.

Para un repaso completo de esta crisis y sus implicaciones desde el punto de vista de la integración europea, me remito al libro de Joaquín ALMUNIA, Ganar el futuro (Madrid, 2108), donde explica las causas de la crisis, los déficits en la respuesta europea y la necesidad de extraer las lecciones en términos de mayor y mejor integración, utilizando para ello su experiencia de haber vivido en directo la crisis durante sus 10 años de Vicepresidente de la Comisión encargado de asuntos económicos y de competencia.

(9). Decisiones del Consejo 2015/1523 de 14 septiembre 2015 (DOUE L 239 de 15.9.2015, p. 146) y 2015/1601 de 22 de septiembre de 2015 estableciendo medidas provisionales en el ámbito de la protección internacional en beneficio de Italia y Grecia (DOUE L 248 del 24.9.2015, p. 80).

(10). https://ec.europa.eu/home-affairs/sites/homeaffairs/files/what-we-do/policies/european-agenda-migration/20180314_eu-turkey-two-years-on_en.pdf.

(11). Reglamento (UE) 2019/1896 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 13 de noviembre de 2019, sobre la Guardia Europea de Fronteras y Costas (DOUE L 295 14.11.2019, p. 1).

(12). Sobre los textos oficiales del Brexit hay que remitirse al DOUE L 29 del 31.1.2020, donde se incluyen la Decisión 2020/135 del Consejo relativa a la celebración del Acuerdo sobre la retirada del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte de la Unión Europea y de la Comunidad Europea de la Energía Atómica, así como el Acuerdo en sí mismo. En el DOUE C 34 del 31.1.2020, aparece a su vez la Declaración Política en la que se expone el marco de las relaciones futuras entre la Unión Europea y el Reino Unido.

(13). Véase FABBRINI, F. (ed.), The Law and politics of Brexit, Oxford 2017. Sobre le contenido del Acuerdo de Retirada y sus principales elementos: Questions & Answers: Brexit Negotiations: What is in the Withdrawal Agreement.

(14). COMISIÓN EUROPEA, Libro Blanco sobre el Futuro de Europa. Reflexiones y escenarios para la Europa de los Veintisiete en 2025, COM(2017) 2025 de 1 de marzo de 2017.

(15). DELORS, J., “L’Europe entre la survie et le déclin”, Studia Diplomatica, vol 50 (2) 1997, pp. 3-15.

(16). Véase nota 14.

(17). Una Unión que se esfuerza por lograr mejores resultados. Mi agenda para Europa. Discurso de investidura de la candidata a presidenta de la Comisión Europea Ursula Von der Leyen delante del Parlamento Europeo el 16 de julio de 2019, presentando sus Orientaciones Políticas para 2019-2024.

(18). COM(2019) 640 final de 11 de diciembre de 2019.

(19). COM(2020) 65 final WHITE PAPER On Artificial Intelligence - A European approach to excellence and trust, de 19.2.2020.

(20). Véanse en particular los documentos de reflexión sobre la dimensión social europea de 26 de abril de 2017 (COM(2017) 206); y sobre la profundización de la UEM e 31 de mayo 2017 (COM(2017) 291).

(21). European Pillar of Social Rights.

(22). COM(2020) 14 del 14.1.2020. A strong social Europe for just transitions.

(23). COM(2020) 55 de 5.2.2020.

(24). COM(2020) 102 de 10.3.2020.

(25). Véanse las últimas Convocatorias del Programa Europeo de Desarrollo Industrial en materia de Defensa:

https://ec.europa.eu/info/funding-tenders/opportunities/portal/screen/opportunities/topic-search

(26). COMUNICACIÓN CONJUNTA AL PARLAMENTO EUROPEO Y AL CONSEJO, Hacia una estrategia global con África, JOIN(2020) 4 final de 9.2.2020.

(27). Sobre el proceso mismo y la organización de esta Conferencia, a la espera de la firma de una Declaración interinstitucional con el Parlamento y el Consejo, la Comisión ha avanzado sus ideas en su comunicación de 22 de enero de 2020, “Perfilando la Conferencia sobre el Futuro de Europa”, COM(2020) 27 final.

(28). Véanse las conclusiones del Consejo Europeo, https://www.consilium.europa.eu/es/press/press-releases/2020/04/23/conclusions-by-president-charles-michel-following-the-video-conference-with-members-of-the-european-council-on-23-april-2020/.

(29). https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/en/speech_20_877.

(30). https://www.diplomatie.gouv.fr/en/coming-to-france/coronavirus-advice-for-foreign-nationals-in-france/coronavirus-statements/article/european-union-french-german-initiative-for-the-european-recovery-from-the.

 
 
 

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