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LA NACIÓN ESPAÑOLA. JALONES HISTÓRICOS

 
Autor:
ENRIQUE ORDUÑA REBOLLO
Prólogo de:
SANTIAGO MUÑOZ MACHADO
Referencia Iustel:90011022
ISBN978-84-9890-164-1
ColecciónEstudios Doctrinales
Área:Administrativo
Formato y acabado:24 x 17 cms. – Tapa dura (Cartoné al cromo)
Páginas:760
PVP:59€ IVA incluido
Fecha de publicación:Octubre de 2011
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Breve reseña de la obra:
El eje central de este trabajo es la Nación Española, sobre la que ha girado todo el proceso de elaboración del mismo. Es una realidad la existencia del concepto Hispania, España, Espanya, desde la Edad Media, enfatizado por cronistas y reyes, que lamentaban la pérdida de España en 711, que desde las más variadas posiciones políticas, a lo largo de la Edad Media, trataban de reconstruir la España cristiana. Fue el devenir de los cinco reinos que en los albores de la Edad Moderna coincidieron en el marco de la Monarquía Hispana.

Para entonces el concepto de Nación referido a dicha figura política, era algo más que una simple entelequia, soportada por una lengua, dotada de fuerza esplendorosa, cuya expansión y desarrollo no se ha detenido hasta el siglo XXI.

Este concepto de Nación, pasó de las crónicas a la literatura y fue asimilado por los juristas de los siglos XVI y XVII, hasta alcanzar su plenitud en el siglo siguiente, cuando no sólo en los ámbitos culturales, sino en los administrativos e incluso en los políticos era utilizado habitualmente, tanto para analizar las causas de la decadencia, como en la introducción de mecanismo correctores de las deficiencias. La Nación era un principio recurrente ampliamente difundido en la sociedad española, mucho antes de que se formulase por los revolucionarios franceses de 1789.

Desde mayo de 1808, la resistencia del pueblo español frente a las ambiciones napoleónicas, hizo posible el hecho material de la Nación en Armas, como se definió entonces y ahora. Fue también la hora de actualizar la sociedad y la política española, de introducir la renovación y los cambios que demandaba esa sociedad desde el siglo XVII. El momento era oportuno y de vital necesidad, pues la crisis de las instituciones del Antiguo Régimen en 1808 las habían hecho inservibles.

En tales circunstancias la soberanía fue asumida por la Nación, primero las Juntas y después la Constitución, se consagró como depositaria de la soberanía del pueblo español, principios que se reiteran en la mayoría de los textos Fundamentales del siglo XIX y la de 1978 declara expresamente en el artículo primero, que la “soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”, y el artículo segundo reconoce que “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”.
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