La violencia de género, pese a su relativa reciente conceptualización y significativa atención por parte de la comunidad internacional, se presenta como un tipo de violencia que ha acompañado a la historia de las mujeres de manera generalizada. Dentro del fenómeno se encuentran multitud de manifestaciones de violencia, ejecutadas en muy diversos ámbitos. Entre otros, el contexto de los crímenes internacionales. Aquí, destaca especialmente la violencia sexual en los conflictos armados, pero sin ser la única agresión sufrida por las mujeres en base a su género, ni siendo estas efectuadas exclusivamente en el seno de un conflicto armado. No obstante, pese a la documentada evidencia de manifestaciones de este tipo de violencia llevadas a cabo en el marco de los crímenes internacionales, ni la comunidad internacional en general, ni el Derecho penal internacional en particular, lo han atendido correctamente, entendiendo que se trataba de violencia connatural al conflicto o crímenes de segunda que no requerían la misma atención que otros hechos violentos.

Sin embargo, a partir del s. XX se produce un giro en esta cuestión, a través de la elaboración de textos internacionales, así como con la producción jurisprudencial emanada de los tribunales ad hoc para Ruanda y Yugoslavia que, por primera vez, exigía responsabilidad penal a los autores de actos de violencia de género en el seno de estos crímenes. Con ello, se establece un punto de inflexión necesario para la actuación de la Corte penal internacional y para una adecuada evolución en esta materia por parte del Derecho penal internacional. Pese a los significativos avances, lo cierto es que una correcta atención y firme condena frente a estos actos en el contexto del DPI todavía se presenta como un importante desafío.

El Derecho penal internacional ha adolecido de un importante olvido en sus orígenes, como es la ausencia de una atención adecuada a las manifestaciones de violencia de género. No obstante, desde el s.XX parece que ha intentado corregirlo, estableciendo una mayor atención al fenómeno, a través de las primeras sentencias condenatorias. Sin embargo, pese al avance y las relativamente recientes condenas de la CPI en esta materia, todavía se requieren de amplios esfuerzos y compromisos para que la violencia de género tenga una adecuada prevención y tratamiento en el marco del Derecho penal internacional.

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