EL ÚLTIMO GENDARME GLOBAL
Un Barack Obama en horas bajas ha aprovechado el tiempo en la Asamblea General de Naciones Unidas esta semana para ampliar la coalición de países que encabeza Estados Unidos contra los terroristas del Estado Islámico. En su turno de oradores el presidente ha declarado que tiene una determinación total para utilizar la fuerza, el único lenguaje que entienden los asesinos.
Una enfática reacción ante los agujeros de seguridad en Irak y Siria, que llega un poco tarde para tratar de enmendar errores como la pasividad durante el estallido de la revuelta contra el régimen de Damasco, o la retirada de Irak sin que quedase garantizado el mínimo orden en el país.
Obama quería salir del pozo de Oriente Medio y hacer de Asia su verdadera prioridad exterior. Sus compatriotas estaban más que hartos de dos guerras mundialmente impopulares, las de Bush jr., y son conscientes de que la gran potencia podría ser autosuficiente en energía.
Al final, el presidente ha tenido que emular a Bush padre y formar una coalición con algunas monarquías árabes y aliados occidentales. Una vez más, Estados Unidos es el único gendarme global, pero esta vez a su pesar, así es la América de Obama, sin una clara estrategia de cómo ejercer este liderazgo.
Mientras, en la UE la política de seguridad y defensa brilla por su ausencia. Demasiadas energías a este lado del Atlántico se dirigen a criticar y a decirle a Washington cómo debe hacer las cosas, y los ciudadanos de la polis europea en su mayoría prefieren ignorar las amenazas del yihadismo.
Asimismo, tendemos a obviar los flancos débiles del rediseño de la moneda común, como la confianza de los ciudadanos en el proyecto de integración o el posible estancamiento económico. Si hay una gran crisis otra vez, opinan los mejores expertos, la Unión no tiene los instrumentos para hacerle frente y la moneda volverá a estar en peligro. En ese caso, el secretario del Tesoro de EE.UU. volverá a pasar muchos días en suelo europeo.