¿DOS BANCOS MUNDIALES?
La creación desde los países BRICS de su propio Banco Mundial, acompañado de un Fondo Monetario, es una severa grieta en las instituciones levantadas hace setenta años como gobierno mundial y los intentos posteriores de actualizarlo a través de las informales cumbres del G-8 o del G-20. La reunión anual de estos cinco Estados celebrada en Fortaleza hace diez días ha hecho realidad la promesa de poner en pie un sistema financiero alternativo al que se creó en 1945 en la estación de esquí de Bretton Woods.
La suma de los emergidos Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (a los que el economista Jim ONeill denominó BRICS hace diez años) equivale al 45% de la población y al 25% de la riqueza total del planeta. La dotación del Nuevo Banco de Desarrollo es paritaria y su potencial financiero se basa en las cuantiosas reservas de divisa extranjera de algunos de sus miembros, en especial de China. Con el tiempo, puede llegar a plantar cara a las instituciones multilaterales de Washington, cuya reforma propuesta en 2010 para hacer hueco a los países emergidos está bloqueada una vez más por el Congreso norteamericano. El banco que acaba de nacer, con sede en Shanghai, financiará proyectos de infraestructuras y el nuevo fondo aportará liquidez en situaciones como las vividas estos años de inestabilidad financiera. Los dos problemas que enseguida se le plantean a estas instituciones emancipadas son la supremacía de China y la probable falta de inclinación hacia la transparencia y la rendición de cuentas. En la presentación de las nuevas instituciones en Brasil, las ONGs no tuvieron el acceso del que ya gozan ante el Banco Mundial y los periodistas vieron como muchas de sus preguntas difíciles, en especial, sobre la relación entre los proyectos del Banco y la conservación del medio ambiente, quedaban sin respuesta, por mucho que el presidente chino Xi anunciase que esta profunda cuña en el edificio internacional era una iniciativa para democratizar las relaciones internacionales.