HABRÁ COALICIÓN
Muchos en Bruselas creen que a la hora de respaldar a un candidato para presidir la Comisión Angela Merkel debería elegir entre contentar a los británicos o respetar los deseos del Parlamento de Estrasburgo. La mayoría de la cámara respalda a Jean-Claude Juncker, incluido el partido de la canciller, que quiere una coalición europea. Pero Merkel ha dicho a su Parlamento nacional, su verdadero referente, que aspira a lograr apoyos para nombrar a Juncker sin aislar al Reino Unido.
Además de impulsar una agenda de reformas económicas con los británicos, lo que le preocupa a la política alemana es preservar un cierto espíritu europeo de consenso entre los grandes, otro tipo de coalición. Por eso, Merkel ya ha tanteado a Christine Lagarde, la política y abogada francesa, directora del Fondo Monetario Internacional, como posible candidata al gusto de Cameron.
François Hollande no está para airear sus celos de una eventual rival del polo conservador. El problema de fondo es que los pasos cortos, y a veces en círculo, de la canciller siguen ignorando el problema político de la Unión actual. Como advierte José I. Torreblanca en su nuevo libro, ¿Quién gobierna Europa?, la crisis del euro ha provocado un federalismo de excepción. Hemos llegado a una federación económica sin gobierno, con un Banco Central yendo más allá de su mandato para mantener a flote la moneda. En Bruselas se estrecha la política a favor de la tecnocracia y falta una verdadera deliberación sobre las distintas opciones para gobernar Europa. El reparto sin prisas del nuevo poder europeo parece que no entiende este contexto, al que hay que sumar el populismo en auge y la aceptación de los mensajes antieuropeos por algunos partidos tradicionales: en Francia ya hay una mayoría de ciudadanos que rechazan tanto la libre circulación como la moneda común. El nuevo presidente de la Comisión, sea el que sea, debería emular a Walter Hallstein, disgustar a Angela Merkel y tratar de ejercer como primer ministro de Europa.