MERKEL TOMA NOTA
El resultado de las elecciones europeas ha sido menos dramático en el conjunto de la Unión que en países como el Reino Unido, Francia o incluso España. El nuevo Parlamento de Estrasburgo ha sido votado por primera vez por más ciudadanos que en las elecciones anteriores. La suma de los tres principales partidos moderados puede dar estabilidad a la cámara, a pesar del aumento de voces anti-Bruselas.
A Angela Merkel este reparto de escaños le permite sin embargo argumentar la ausencia de un mandato electoral claro para que el Consejo Europeo nomine a uno de los candidatos a la presidencia de la Comisión. Ni siquiera es seguro que proponga a Juncker, elegido por ella a través del Partido Popular Europeo, que ahora cuenta con el apoyo de los socialistas europeos. Merkel se limita a tomar nota del resultado de las elecciones y alarga los tiempos de negociación sobre el reparto de poder en el nuevo ciclo.
La maniobra de la canciller tiene una justificación formal, la letra del tratado, y otra muy instalada en la mentalidad colectiva alemana: después de la casi voladura del euro, hay que respetar a rajatabla las reglas del juego, o al menos, la interpretación alemana de ellas. El problema es que al dilatar la decisión sobre los nuevos puestos, con Van Rumpuy haciendo consultas a unos y otros, parece que se ignora el auge del populismo.
Los gobiernos británico y francés están muy afectados por sus fracasos en las urnas y en cuestión de horas han enviado a Bruselas los mensajes de sus extremos. François Hollande pide que la Unión se retire de las áreas donde ya no es necesaria su acción, pero en realidad lo que reclama en vano es recuperar la paridad perdida con Alemania. David Cameron sostiene sin mucho tino que el populismo frena la profundización en el desarrollo de la eurozona, en vez de hablar de economía con una Merkel receptiva a su mensaje sobre la necesidad de competir globalmente.