KIEV, PRONÓSTICO RESERVADO
Ucrania puede ser el siguiente caso y ampliar la distancia entre Estados Unidos y la UE. Ante el desafío compartido de frenar el expansionismo ruso y responder a los millones de ucranios que arriesgan su vida por aspirar a vivir en una sociedad con valores occidentales, Washington y Bruselas no acaban de compartir lo que está en juego para ambos. El presidente Obama tiene como bandera exterior, de un mandato leve en resultados, avanzar en la negociación nuclear con Irán. Sus compatriotas votarán contra quien se aventure a intervenir después de las tristes guerras de Irak y Afganistán y confían más en los drones que en la movilización de ejércitos.
Hace tiempo ya que EE.UU. olvidó hablar con los europeos en serio sobre cuestiones de seguridad. Estos, mientras tanto, contemplan una capital en llamas sin una estrategia global, como sin embargo sí lo hace Estados Unidos, siempre y en todos los casos que dividen a Occidente. Parece como que algunos líderes de la UE les puede la ilusión de tener un socio más al Este con kit de país comunitario. No quieren recordar que la unión de la oposición ucrania contra Victor Yanukóvich por no firmar en el último momento el acuerdo con la Unión, fue una gran carambola. Sin parar en mientes, han invitado a los manifestantes en Kiev a pedirlo todo, empezando por la destitución de ese gobernante con prisas por amasar una fortuna, venga de donde venga, al que Vladimir Putin brinda protección y algo más. Nuestros europeos de Venus quitan valor al hecho bruto de que la oligarquía ucraniana ya establecida apoya a Rusia. En conjunto, los señores feudales, con su mezcla de jefe de tribu y Tony Soprano, son mucho más reales en la política que los partidos. Sus lealtades y peleas determinan el rumbo del Estado, muy por encima de los debates izquierda-derecha o pro mercado versus intervencionismo. Bielorrusia no es un modelo que desagrade a los oligarcas de Ucrania.
