SIN FLANCO SUR
La disminución del peso político de Francia y el caos italiano han dejado al Gobierno español sin un flanco sur en el que apoyar su acción europea. François Hollande prefiere operar bajo tutela alemana a la alternativa de impulsar su propia visión del rediseño del euro, al menos mientras los mercados financieros no consideren a su país un lastre para la eurozona.
El caso italiano es muy preocupante. El alto porcentaje de votantes que han apoyado a Beppe Grillo revela una verdadera crisis constitucional, por mucho que en el último minuto Giorgio Napolitano haya aceptado repetir en la jefatura del Estado (visto desde España: ventajas de la monarquía constitucional). El patriarca italiano ha nombrado presidente del Consejo a Enrico Letta, un apparatchik, sin muchos conocimientos financieros y que hasta ahora destacaba sobre todo por sus ganas de ser ministro -le hizo llegar una nota Mario Monti a mitad de su discurso de investidura para pedirle que le colocara-. Letta organizará un gobierno de concentración que puede durar poco y dar paso a unas elecciones en las que es muy posible que saliese reforzado Berlusconi, convertido en el líder de la oposición continental al euro.
Mientras tanto, Alemania no variará el rumbo, exigirá recortes y reformas y controlará al milímetro cada transferencia de poder a Bruselas, asegurándose de que su identidad nacional no sólo queda protegida, sino que se proyecta sobre un débil contrato social europeo. De este modo, el Gobierno español está solo en las negociaciones comunitarias a la hora de pedir más visión de conjunt o y más medios europeos para atajar la crisis de la moneda y alejar la recesión.
La tensión está servida: un conflicto de baja intensidad hasta las elecciones alemanas en septiembre y que tal vez se prolongue más allá. Aunque Angela Merkel repita como canciller, nada indica que vaya a emplear los siguientes cuatro años en dibujar una Unión Europea más atractiva para unos y otros.