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Los pragmáticos saldrán antes de la crisis; por José Félix Pérez-Orive, Abogado

21/03/2013
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El día 21 de marzo de 2013, se ha publicado en el diario ABC, un artículo de José Félix Pérez-Orive, en el cual el autor opina que saldrán antes de la crisis los países pragmáticos, los que concentren sus competencias detrás de lo que funciona.

LOS PRAGMÁTICOS SALDRÁN ANTES DE LA CRISIS

Vi hace años a una persona muriéndose a la espera de una inyección y quien se la tenía que poner fue tan concienzuda esterilizando la aguja que, aun a su lado, no llegó a tiempo. Pues bien, nosotros tampoco estamos para asepsias.

Analistas de Wall Street adversos a invertir en nuestro país leían hace poco la noticia de que el mayor fondo de capital riesgo del mundo iba a fortalecer su presencia en España, y se preguntaban: ¿qué sabrán ellos que no sepamos nosotros? Empezaron a hacer llamadas y a cuadrar respuestas. España siempre fue un buen país para la inversión extranjera: tenía instituciones fiables, infraestructuras suficientes, educación aceptable en empleados y alta en ejecutivos, buen tamaño de mercado y clima laboral: sus sindicalistas y empresarios de la CEOE iban juntos a tomar unas cervezas. Aun así, la flexibilidad laboral era escasa. Se corrigió con una nueva ley que de paso testó la empatía sindical con la idea de que las huelgas siempre crean empleo en otra parte. Los analistas, como siempre, al terminar se plantearon: ¿pondríamos aquí nuestro dinero? Hasta ahora, decidieron que no.

Por desgracia, en el grupo de los consultados no solían estar nuestros autónomos. Ellos, con las pymes, representan nuestra posibilidad más rápida de crear empleo y de recibir participaciones extranjeras: ofrecen ideas de negocio susceptibles de atraer la atención de los fondos, de configurar perspectivas de crecimiento, y la oportunidad de fomentar empresas auxiliares que se mueren por nacer. A los autónomos todavía les falta financiación, que indirectamente se llevan las administraciones públicas, y les sobra morosidad; mientras no lo resolvamos, se mantendrá la emergencia nacional. Pero hay una novedad que a los estudiosos les ha llamado la atención: desde hace un par de meses son el primer colectivo que está produciendo empleo neto en España.

Los expertos están ya trabajando en nuestro caso: mejoras en déficit, precios inmobiliarios, prima de riesgo, turismo, exportaciones; y problemas en corrupción: les preocuparía esta, de no atajarse, porque es antisistema, al ayudar al menos competitivo. El saldo, con todo, son demasiadas casualidades positivas. Si las conocieran los comités que nos vetaron los últimos años, las agencias de rating, tal vez afinarían para España su nota de solvencia. Imagino lo que piensan, pero en los inicios de cualquier recuperación económica el cuento de la lechera fue un fijo en la quiniela, por eso hay que contarlo.

Concomitancias como estas, aunque pequeñas, podrían ilustrar una hipotética salida de la crisis: nada tendrá más fuerza que una coincidencia a la que le haya llegado su hora. Pero, cuando se produzcan estas sincronías, nos deberán coger con los deberes hechos. Sería malo que algunas actuaciones nuestras obligaran a los analistas a concluir: “Sí, pero España tiene otras prioridades: el nacionalismo o la sucesión a la Corona”.

Nosotros como país deberíamos tener ahora un solo propósito, el paro, y un camino, la administración focalizada de recursos en pymes y autónomos; y, repito, no estamos para asepsias. No estamos para decir que nos podemos convertir en Florida cuando hubiéramos querido ser California. No estamos para rechazar el ladrillo y las manufacturas y hablar sólo de la alta tecnología. No estamos para dedicarnos a la ocurrencia federalista, y menos aún para desmadrarnos por un tuit de Toni Cantó o una entrevista con Corina. Estamos para traer dinero a casa y discutir lo mínimo entre nosotros. Lo políticamente correcto no nos lleva a ninguna parte, y los derechos pluscuamperfectos tampoco. ¿Se atreverían a ir al domicilio embargado de un parado de larga duración y preguntarle: preferiría un puesto de trabajo precario mañana o uno pleno de garantías dentro de unos años?

Contamos con políticos pragmáticos que pueden liderar nuestro propósito nacional, sin atascarse demasiado en nuestros problemas: Rajoy, García-Paje, González, Urkullu, Rivera... Por el contrario, tenemos también políticos que preferirían la caída de Rajoy a que los españoles saliéramos de este infierno. Su actitud de hablar con poco fundamento y no encarar lo sustantivo es llamativa. En el Debate del estado de la Nación había semblantes que recibían cada noticia positiva como una necrológica.

¿Qué países saldrán antes de la crisis? Los pragmáticos, los que concentren sus competencias detrás de lo que funciona. ¿Quiénes no? Los que anticipen inconvenientes para cualquier cosa, como quizá italianos y griegos y, con cierta distancia, también nosotros. Acabo de escuchar en televisión que el aluvión de millones que va a caer en Alcorcón no debería permitir excepciones sobre fumadores en ese municipio. Hay gente chocante: cuando llueven billetes sacan los paraguas en vez de las carretillas para recogerlos.

La crisis no va a ser un juego de resultado cero. Habrá países ganadores y perdedores. Su posición se dirimirá por cuestiones de grado: comodidad normativa que el Gobierno traslade a los bancos, volumen de créditos que estos concedan a las pequeñas empresas, ajuste de las especificaciones de la oferta de trabajo a su demanda, disciplina contra algaradas, perspectiva o sectarismo. Clave va a ser aguantar la reacción a los ajustes y romper con un conservadurismo de nuevo cuño. Me temo que ahora la única ideología disponible es la supervivencia. No es que no debamos tener otras; más bien resalto el momento dramático que vivimos y la necesidad de que el sentido práctico de cada español prevalezca. Se acabó estar todo el día empeñados en lo accesorio. Hay que actuar y hablar menos de la jeringuilla. ¿A qué me suena esto? Verán: recuerdo una película del oeste de Clint Eastwood ( Elbueno, elfeoyelmalo) donde un forajido arrinconaba a otro, que se estaba bañando en una vieja cuba de whisky, apuntándole con una pistola e increpándole con que lo iba a matar y bla, bla, bla... Pero, debajo de la espuma, sigilosamente, surgía un cañón y sonaba un disparo con una frase memorable: “If you have to shoot, shoot, don´t talk” (si tienes que disparar, dispara, no hables). Dos modelos de acción, pero sólo uno de supervivencia.

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