ESTADO DE LA NACIÓN Y DE LA UNIÓN
La política europea ya es constitucionalmente interior: se puede y debe hablar de ella como dato crítico del estado de la nación. No tiene, por tanto, nada de particular rendir cuentas sobre el último Consejo Europeo a lo largo del principal debate político del año.
En su primer año de mandato, el presidente Rajoy ha reforzado el grupo de Estados miembros que ven la flaqueza de la zona euro no tanto en los déficits públicos mediterráneos como en un déficit de integración. La clave sería poner en pie a tiempo una triple unión bancaria, fiscal, y política aceptable para todos y dejar atrás el diseño insuficiente y temeroso de la unión económica y monetaria lanzada a principio de los noventa.
En el debate, Mariano Rajoy dio a entender que en este año tan duro España ha cruzado el Rubicón. Gracias a la prioridad absoluta concedida al ajuste presupuestario y al compromiso de sostener más reformas, hemos vuelto en Bruselas a la condición de país no problemático para la zona euro, mientras paso a paso se prepara un verdadero Euro 2.
Las manchas de corrupción y el ruido institucional ensombrecen este logro, pero en Bruselas y Berlín por ahora preocupa menos el deterioro interno español que la más que probable inestabilidad política resultante de las elecciones italianas este fin de semana.
El precedente creado ayer con ocasión de la luz verde al pacto en el Consejo Europeo sobre los presupuestos europeos para 2014 - 2020 puede valer para otros debates parlamentarios.
Si el Parlamento Europeo no hace descarrilar dicho acuerdo entre 27 gobiernos, España saldrá bien parada en las cuentas europeas del siguiente sexenio, gracias a una negociación tan dura como inteligente, que recuerda a las etapas de Felipe González y José María Aznar, y entierra los años de pasividad de José Luis Rodríguez Zapatero en la escena europea.