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¿Hay futuro?; por Antonio Garrigues Walter, Jurista

02/07/2012
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El día 2 de julio de 2012, se ha publicado en el Diario ABC, un artículo de Antonio Garrigues, en el que el autor opina que la última cumbre europea tiene sin duda aspectos positivos para Europa y para España, que se beneficiará de una reducción de la presión actual de los mercados.

¿HAY FUTURO?

¿Qué es lo que está pasando? ¿Qué es lo que puede pasar?

Intentemos resumirlo. El mundo entero está sufriendo los efectos de la crisis financiera e inmobiliaria que se originó en los Estados Unidos en 2008, una crisis que ha puesto de manifiesto la profunda interdependencia entre todas las economías y, por ende, el riesgo cierto de un colapso mundial si alguno de los ejes económicos principales (el americano, el europeo o el del Pacífico) se derrumbara. Y ninguno de los ejes está en su mejor momento.

Estados Unidos está viviendo, entre fuertes tensiones políticas y sociales sobre temas muy sensibles (inmigración, seguridad social, regulación financiera), un año electoral en donde parece probable una reelección por escaso margen de Barack Obama -siempre que no se produzca un deterioro significativo de la economía y de las cifras de paro-, manteniendo el partido republicano el control del poder legislativo. Se prolongaría así la situación actual de polarización política y de cohabitación agresiva que seguiría debilitando la capacidad de acción y decisión del único país que, a pesar de su declive, está en condiciones objetivas de liderar un mundo que necesita soluciones globales para afrontar problemas globales. El triunfo de Mitt Romney no mejoraría la situación. La influencia del Tea Party podría llevar al país a una nueva fase de aislacionismo, se radicalizaría aún más la convivencia. ciudadana y se empobrecería, laya dañada, relación atlántica, a favor del eje del Pacífico.

El crecimiento de los principales países del eje del Pacífico (China, Japón, India, Australia) se va a reducir de forma sustancial, Lo "mismo sucederá con otros países importantes como Brasil, México y Rusia. Todo ello -unido al débil crecimiento en Estados Unidos y al decrecimiento en Europa- afectará negativamente a África, a Latinoamérica y en general al mundo emergente. Ningún país del mundo estará al margen de la crisis. Un dato que debe valorarse en España para moderar nuestra tendencia a exagerar sin límite los problemas y a dramatizar las situaciones. Estamos bastante mejor de lo que pensamos, tanto en términos absolutos como comparativos.

La última cumbre europea tiene sin duda aspectos positivos para Europa y para España, que se beneficiará de una reducción de la presión actual de los mercados. Pero será un alivio pasajero. Los problemas esenciales permanecen intactos en una Europa que pierde fuerza y dinamismo como consecuencia de la baja natalidad y que se muestra absolutamente incapaz de superar los intereses y los egoísmos nacionales. El sentimiento de identidad europea se hace cada vez más débil, más irrelevante e incluso más negativo. El enfrentamiento de Italia y España, con el apoyo de Francia, contra el resto de Europa, que es la Europa fuerte y sólida se ha saldado, por el momento -y gracias al derecho de veto- a favor de los primeros, pero podría ser -la prensa anglosajona lo asegura- una victoria pírrica Nadie, en todo caso, puede cantar victoria Queda mucha letra pequeña por interpretar. La Europa mediterránea debe cuidarse “muy mucho” de una Europa harta con y sin razón, de frivolidades, manipulaciones, e incumplimientos. No darán la batalla por perdida La crisis europea continuara su curso, hasta qué llegue un momento -coincidirá con el inexorable rescate de Italia- en el que ya no sea posible ocultar por más tiempo la gravedad y la insostenibilidad de la situación y nos veamos forzados, bien sea a tomar todas las medidas necesarias para poner en marcha sin ninguna pausa y con toda prisa un auténtico proceso de unidad fiscal, financiera y bancaria o a establecer -parece lo más probable- una nueva estructura europea a dos o más velocidades, junto con la exclusión de países incompatibles con las nuevas reglas del juego Esta última opción está ganando adeptos pero que nadie piense que generaría menos problemas que la primera

España debe vigilar todas estas evoluciones con sumo interés y con la inquietud debida recordando siempre el consejo de Charlot al niño: “Cuando uno es pobre tiene que ser listo, porque ser pobre y torpe es muy peligroso”. El Gobierno de Rajoy está haciendo una tarea seria y eficaz en defensa de nuestros intereses y también de los intereses europeos. Merece un notable alto. Sólo se podrían formular objeciones válidas al “tempo” y al ritmo de algunas medidas, que necesariamente debemos tomar. No se puede exigir celeridad a Europa cuando nosotros nos movemos con exasperante lentitud. La pobreza comunicativa es otro de nuestros problemas. No es solo un defecto poco justificable sino un síntoma inequívoco de una inseguridad que tampoco está justificada Vivimos una época en la que cambiar de opinión y rectificar rumbos y objetivos es oficio no solo conveniente sino obligado. En esta apasionante encrucijada histórica ningún dirigente europeo -incluida Ángela Merkel-, ni ningún otro dirigente en el mundo, está seguro de lo que hay que hacer ni de lo que no hay que hacer. Habrá pues que liberarse de todo complejo y bailar al son que nos vayan tocando y al que podamos tocar nosotros, que no será desgraciadamente mucho. Es un tanto triste pero no hay otra alternativa

El mundo financiero anglosajón está observando el drama europeo con cierta arrogancia y sentimientos de superioridad. Ya se han olvidado por completo de su responsabilidad en esta crisis y no tienen el menor reparo en atribuir a Europa al menos en parte, la culpa de sus males. No se puede ni conviene hablar de una conspiración contra nuestro continente ni contra nuestra moneda común. Pero lo cierto es, como vengo insistiendo, que los que mandan en este mundo financiero son los Estados Unidos y, en menor medida Gran Bretaña (tienen los mercados de capitales claves, los medios de comunicación más influyentes, las agencias de calificación, más otros muchos poderes) y ello favorece la tendencia a ver la paja en el ojo ajeno y a minimizar la importancia de la viga en el ojo propio. Los premios Nobel Krugman y Stiglitz gozan explicando, una y otra vez, la imposibilidad del modelo europeo y la insensatez de las políticas de austeridad y aunque, también, critican la creciente desigualdad social en su país y el problema insoluble del déficit, que no son temas menores, acaban siendo, al igual que los medios de comunicación anglosajones, muy condescendientes y comprensivos con sus monedas y sus problemas. Por regla general, desde el poder se piensa y se actúa con una doble moral. Tengámoslo muy en cuenta

Para que las cosas mejoren es a veces necesario que se acentúe el caos. Este viejo refrán nos permite asegurar que habrá futuro y que será un futuro digno. Hemos acentuado el caos de forma admirable. A la humanidad le gusta de tiempo en tiempo colocarse al borde del precipicio pero siempre sabe retirarse a tiempo. Se abre, sin duda, una nueva época Es muy posible que sea mejor que la actual.

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